EDUCACION EN EL SIGLO XIX
Ley de Instrucción Pública de 1857 conocida como Ley Moyano
Ley de Instrucción Pública promovida por Claudio Moyano, cuando era Ministro de Fomento, firmada por Isabel II el 9 de septiembre de 1857,. Se trata de una Ley de Educación que ha perdurado en la práctica hasta bien entrado el siglo XX. Su esquema sigue siendo centralista de un control completo por el Estado y supervisado por la Iglesia. Aquel elabora los programas « generales para todas las asignaturas correspondientes a las diversas enseñanzas, debiendo los Profesores sujetarse a ellos en sus explicaciones : se exceptúan en las facultades los estudios posteriores a la licenciatura » (Art. 84). En cuanto a los libros de texto « todas las asignaturas de la primera y segunda enseñanza, las de las carreras profesionales y superiores y las de las facultades hasta el grado de Licenciado, se estudiarán por libros de texto señalados en listas que el Gobierno publicará cada tres años (Art. 88). La Iglesia supervisará de que los textos nada contienen contra la pureza de la Doctrina ortodoxa, tanto en los libros de texto como en las explicaciones de los Profesores ni que se emitan doctrinas perjudiciales a la buena educación religiosa (arts. 92, 93, 295, 296).
Esta ley se dio en base hacia la época de Isabel II, durante el siglo XIX, intentaba solucionar el problema de España, y su grave población analfabeta, la cual se encontraba constantemente en situaciones de guerra, provocadas por las guerras carlistas con el reinado de Isabel II.
Con la Ley Moyano, pues, se implantan definitivamente los grandes principios del moderantismo histórico:
- gratuidad relativa para enseñanza primaria
- centralización
- uniformidad
- secularización
- libertad de enseñanza limitada.
NIVELES DE EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX
A principios del siglo XIX, las ideas de la Ilustración, que tomaban en cuenta muchas de las premisas educativas de Rousseau -que proponía una formación basada en la naturaleza humana y en la libertad de aprendizaje- influyeron en la forma de conceptuar la educación en México. Los criollos liberales que luchaban contra el absolutismo español y los insurgentes mexicanos coincidían en la necesidad de formar un sistema educativo que tuviera un carácter menos religioso y que fuera más incluyente.
Este debate entre una postura rígida de la educación como instrucción y la postura flexible como formación prevaleció aún después de la Independencia e incluso se intensificó por la aguda lucha entre conservadores y liberales. Ambos bandos buscaban, entre otras cosas, mantener el control de las instituciones educativas.
De esta manera, en 1867 se promulgó la Ley Orgánica de Instrucción Pública. En ella se establecía la educación primaria gratuita y obligatoria, se excluía del plan de estudios toda enseñanza religiosa y contenía disposiciones para la educación secundaria, entre las cuales destacaba la creación, bajo los principios del positivismo, de la Escuela de Estudios Preparatorios, la cual habría de sentar las bases de la educación profesional. La ley sólo regía al Distrito Federal y a los territorios federales, pero ejerció influencia sobre las leyes estatales. La creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en septiembre de 1921, fue un hecho decisivo para cambiar esta situación y facilitó la acción concurrente del gobierno federal de manera directa en todo el país. Con lo anterior, se logró equilibrar un poco la desigual atención que estados y municipios brindaban a los servicios de educación. José Vasconcelos, el primer titular de esta institución, formuló un nuevo sistema educativo para atender las necesidades de instrucción y formación académica de todos los sectores sociales. Uno de los aportes más importantes de la gestión de Vasconcelos fue la educación rural: se crearon escuelas primarias y algunas normales rurales, y se formaron las misiones culturales, grupos docentes, profesionistas y técnicos que se dirigieron a diversas localidades rurales para capacitar maestros y trabajar en favor de la comunidad.
Los años siguientes se caracterizaron por mantener un clima de conflicto permanente entre las distintas orientaciones educativas de la época (positivista, laica, popular, nacionalista, religiosa, socialista). La lucha ideológica fue una actividad que impidió el mejoramiento del sistema educativo; ejemplo de ello fue la disputa entre el gobierno y la iglesia católica que originó la clausura de las escuelas religiosas. Este conflicto culminó en el sexenio de Lázaro Cárdenas en 1934 con la modificación del artículo tercero constitucional, mediante la cual, por primera vez en el texto constitucional, se estableció oficialmente una política de estado para dar un carácter socialista a la educación y obligar a las escuelas privadas a seguir los programas oficiales.
la misma forma, en este periodo se implementaron algunos programas dirigidos a impulsar la actividad docente, por ejemplo el Programa Nacional para la Actualización Permanente de los Maestros de Educación Básica en Servicio (PRONAP), que fue creado en 1995, y el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académico de las Escuelas Normales, creado en 1997, a fin de impulsar la modernización de la formación inicial de los profesores de educación básica. Otro de los programas de apoyo al docente que tuvo un notable impulso fue el Programa Nacional de Carrera Magisterial, que estableció un sistema de estímulos económicos independiente de los que se otorgan por antigüedad o por cambio de función administrativa de promoción horizontal, en el que los docentes participaban en forma individual y voluntaria. El propósito del programa era fomentar la profesionalización y actualización de los maestros, así como el aprovechamiento escolar de sus alumnos.
La Primera Enseñanza era impartida en las escuelas y de manera gratuita. Esto por tanto permitía que los niños pertenecientes a familias de clases medias acudiesen a la escuela. Los de clases bajas también, pero como ya se sabe, los problemas económicas de éstas familias hacían que los niños resultasen mucho más útiles como mano de obra que como estudiantes. Esto nos hace pensar pues, que la mayoría de niños que acudían a estas escuelas de Primaria gratuitas eran niños de clase media. ¿Y las clases altas?, os preguntaréis. Seguro que todos habéis oído hablar de las famosas: INSTITUTRICES. Éstas eran maestra privadas que las familias adineradas contrataban para instruir a sus hijos en sus propios hogares. Más adelante hablaremos de ellas.
Lo que no podemos eludir era el carácter sesgado en lo concerniente a la mujer, ya que esta ocupaba un papel pasivo donde no era común su cultura, por lo que se usaron medios exclusivos para la mujer, creando materias específicas para las mujeres dentro de la educación, con Magisterio como única titulación apta para las mujeres.
Lo que no podemos eludir era el carácter sesgado en lo concerniente a la mujer, ya que esta ocupaba un papel pasivo donde no era común su cultura, por lo que se usaron medios exclusivos para la mujer, creando materias específicas para las mujeres dentro de la educación, con Magisterio como única titulación apta para las mujeres.
PERFIL DEL MAETSRO (A) DURANTE EL SIGLO XIX
Así, en la instrucción primaria bastará con tener veinte años cumplidos y poseer el título de Maestro; en cambio, para la enseñanza secundaria se incrementan los requisitos, debiendo destacarse la necesidad de que el profesorado ostente la titulación correspondiente, se realice un depósito de fianza y se proclame el sometimiento del reglamento interno del establecimiento a las disposiciones dictadas por el Gobierno.
En mi caso, como futura docente de Educación Primaria, voy a centrarme en concreto en los maestros de primaria de la época. Como hemos dicho pues, bastaba con poseer el título de maestro y tener veinte años para poder ser maestro (a).
VESTIMENTA DEL MAESTRO(A)
Tanto maestras como maestros en las aulas, sin embargo, el número de maestros era mayor, pues las mujeres todavía estaban muy recluidas en los hogares dedicándose a ello y a su familia. La vestimenta es típica del XIX, faldas largas y pomposas, corsés con camisas abombadas y cinturones anchos o fajines ajustados a la cintura. Nada de escote o pantorrillas. Moños altos y discretos. Colores oscuros y nada de maquillaje. Era un factor muy importante que la imagen de la maestra fuese austera y poco llamativa. Los hombres vestían traje o pantalones con chaquetas modestas, siempre guardando una rigurosa austeridad.
FORMAS DE IMPARTIR LA CLASE
Cada familia podía mandar a la escuela a sus hijos, sin importar su clase social, o de igual manera las familias que contaban con dinero tenían la posibilidad de contratar a una institutriz y dar clase en su hogar, o para las clases mas bajas la educación que se impartía con el maestro del pueblo probablemente ni siquiera tenga el título como tal, sin embargo son los más sabios del pueblo los que se encargaban de esta ardua tarea. Si nos fijamos, carecen incluso de pizarra, y el anciano utiliza la pared de la pequeña caseta, que probablemente sea su casa, para explicar las matemáticas a sus niños.
BIBLIOGRAFIA: